En los últimos tiempos, una prenda ha vuelto a resurgir con fuerza de tiempos pasados para distinguir a aquellos que quieren distinguirse con un toque de elegancia, tradición y modernidad. Y eso que a priori tradición y modernidad son conceptos que rara vez se conjugan, y que podrían parecer diametralmente opuestos. Salvo que estemos hablando de la chistera.

La chistera, también conocida como sombrero de copa, ya causó furor cuando hizo su aparición en 1.797. Tanta, que su inventor, el sombrerero inglés John Hetherington, fue detenido por escándalo público.  Cuentan que las mujeres se desmayaban a su paso al ver una prenda tan brillante y llamativa y que la broma le costó una multa de 500 libras de la época. Sin embargo, aquel sombrero se convirtió en la prenda más emblemática de todo el siglo XIX.

Los ingleses, unos maestros en el arte de conservar las tradiciones, hicieron del sombrero de copa una prenda para caballeros, lores y miembros de la alta sociedad, hasta el punto de hacer su uso imprescindible en la Cámara de los Comunes. Allí, cada vez que un diputado pretendía intervenir debía levantar su chistera para hacer uso de la palabra, costumbre que por cierto se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.

Luego su uso, como el de tantos otros sombreros, se perdió en el olvido hasta su reciente irrupción en la escena nupcial española. La chistera ha dejado de ser un elemento del pasado para transformarse en lo último en celebraciones, el toque definitivo para estar a la última sin renunciar a la elegancia. Gran parte de la culpa de ello la tienen en nuestro país la mediática pareja formada por Fran Rivera y Lourdes Montes Parejo, que exigieron a sus invitados el uso de chistera en su celebración.

La boda, recogida por toda la prensa del país, sirvió de escaparate a una prenda que ha vuelto a recuperar su exclusividad, y que se antoja tan protagonista de los años 20 que se avecinan (dentro de sólo 5 años) como de los que fueron hace un siglo. Hoy cada vez son más los hombres que quieren lucir una chistera en su boda, o llevarla en la de sus familiares o amigos. Una forma tradicional de estar a la última que cada vez cuenta con más seguidores.

Eso sí, hay maneras y maneras de llevarla. Por ejemplo, la chistera debe acompañar siempre a un chaqué o a un frac, los trajes de máxima etiqueta para el hombre. De no ser así quedará fuera de lugar y se logrará únicamente el objetivo de llamar la atención, pero para mal. Y un último consejo, en caso de comprarla hay que encargarla con tiempo, ya que se hacen a medida. Otra opción, por supuesto es alquilar, con precios que en La Trajería van desde los 45 euros. Por cierto, no hay límite de edad, cualquier invitado puede llevarla, y cada vez se ven más entre niños y jóvenes.

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