Mayo y, en menor medida junio, son los meses de la primera comunión. Mientras que bodas, bautizos u otras celebraciones se reparten a lo largo del año, lo habitual es que esta festividad, que tiene como protagonistas a niños entre 8 y 10 años, tenga lugar a finales de primavera. Suele ser así porque coincide con el final del periodo de formación o catequesis de los chicos, que se prolonga durante todo el periodo escolar, y también porque hay tradición de hacerlo antes del Corpus Christi, día festivo movible que suele caer en junio (60 días después del domingo de resurección).
Lo avanzado del calendario hace que las prendas a utilizar sean por lo general de colores claros. Al contrario que en una boda, aquí el blanco no es exclusivo de la novia. Trajes a medida, colores marino o beige… son muchas las opciones para padres, padrinos o acompañantes, huyendo en la medida posible de colores muy exagerados.
Ahora bien, pocas opciones tan originales como la de la niña sevillana que hace tres semanas recorrió la ciudad subida en la carroza de Cenicienta. Al parecer, según relata el diario Ideal, la protagonista de esta historia quería celebrar la comunión como una princesa Disney, así que sus padres, ni cortos ni perezosos, la prepararon para la ocasión.
Lo primero, a falta de hada madrina, era conseguir una carroza en condiciones. Y los padres de la niña la encontraron. Contactaron con unos empresarios valencianos que habían utilizado la carroza en Fallas y que cedieron gustosos la carroza con el objetivo de que la niña pudiese hacer realidad su sueño, vivir uno de los días más importantes de su vida como una auténtica princesa.
En el trayecto, desde su casa al colegio donde recibía la primera comunión, la chica fue el centro de todas las miradas. No era para menos. Carroza inmaculada y las mejores galas para una celebración de auténtico cuento de hadas.
